miércoles, 25 de abril de 2012

Demandas.


El CNH y sus demandas
La conformación del Consejo Nacional de Huelga fue un paso adelante muy importante porque fue una coordinación de representantes revocables  de escuelas en huelga. Esta instancia tomó el control de las movilizaciones, los pasos a dar y en que dirección; de ahí surgiría la voz de los estudiantes movilizados y las propuestas a negociar con el gobierno, es decir, su programa de lucha, su pliego petitorio. La conformación del CNH fue muy rápida dado el resultado de los veloces acontecimientos y la profundidad de estos.
En un primer momento el CNH fue integrado por estudiantes del Poli, la UNAM, las Escuelas Nacionales de Maestros, la ENAH (Escuela Nacional de Antropología e Historia) y la Escuela de Agricultura de Chapingo. Su primera reunión fue el 2 de agosto y en ella se retomó el primer pliego petitorio que se formuló por estudiantes el día 28 de Julio. Los asistentes eran miembros de las siguientes escuelas: IPN, UNAM, Escuelas Normales y de Chapingo.
Los puntos del primer pliego petitorio fueron:
  1. Desaparición de la FNET, de la “porra universitaria” y del MURO (desaparición de los grupos porriles),
  2. Expulsión de los estudiantes miembros de las citadas organizaciones y del PRI,
  3. Indemnización por parte del gobierno a los estudiantes heridos y a los familiares de los que resultaron muertos,
  4. Excarcelación de todos los estudiantes detenidos,
  5. Desaparición del cuerpo de granaderos y demás cuerpos policíacos de represión y,
  6. Derogación del artículo 145 del Código Penal

Así, desde el primer momento, la lucha tuvo tintes políticos. El 4 de agosto se modificó este pliego a partir de la experiencia de los enfrentamientos con la policía de los días 28 y 29 de julio. El nuevo pliego rebasó algunos puntos del primero planteando de forma más clara la unidad con otros sectores en lucha permanente desde la represión del movimiento de los trabajadores. Prácticamente abandonó las consignas del sector estudiantil:
  1. Libertad a los presos políticos
  2. Destitución de los Generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea, así como el teniente coronel Armando Frías
  3. Extinción del cuerpo de granaderos
  4. Derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal (delito de disolución social)
  5. Indemnización a las familias de los muertos y a los heridos victimas de las agresiones en los actos represivos iniciados desde el viernes 26 de julio
  6. Deslinde de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo realizado por las autoridades a través de la policía, los granaderos y el ejército

Si bien las demandas conectaban con ciertos sectores de trabajadores en realidad este programa carecía de visión política, las consignas eran meramente reformistas y en ningún momento se incluyeron demandas que pudiesen sumar a otros sectores a la lucha, principalmente a los trabajadores. Además ninguna de estas consignas llamaba a romper los marcos de la democracia burguesa. Este fue uno de los puntos más vulnerables del movimiento, el querer solo el apoyo de los trabajadores encerró a la lucha en un callejón sin salida. Si por el contrario se hubieran sumado las demandas mas sentidas de los trabajadores estos se hubieran contagiado del ánimo de la juventud y la lucha hubiera trascendido del sector estudiantil para convertirse en un movimiento de los explotados contra el gobierno.
Otro punto que es importante rescatar en el debate con respecto al programa es el siguiente; si bien las libertades democráticas eran necesarias las estructuras encargadas de poder permitir esta apertura eran totalmente represoras, cerradas y despóticas, a pesar de ello el problema es más de fondo todavía; como hemos explicado, el Estado, esa súper estructura encargada de hacer respetar los privilegios de una clase, no es un árbitro entre las clases, mucho menos en el momento en que estas están en pugna. Era de esperarse que al exigir la desaparición del cuerpo de granaderos o leyes que hablaban del domino de los explotadores se cuestionaran las razones de existir del mismo Estado.
Estas consignas en realidad lo que pedían era más apertura democrática, sin embargo cuestionaban la existencia de la máquina represora en el poder. Si no se comprende esto no comprenderemos que el movimiento estaba encerrado en un callejón sin salida porque mientras que no hacia un llamado serio a los demás sectores de los explotados, principalmente a los trabajadores, y llamaba concientemente a la necesidad de derrocar al régimen, sus consignas si lo hacían. Desde nuestro punto de vista este fue uno de los factores más importantes para la derrota del movimiento, el segundo y tal vez de mayor importancia, es que no se logró atraer a los trabajadores como protagonistas principales de la lucha.
Esto lo comprendían algunos miembros del CNH que comenzaron desde mediados del mes de agosto a agitar por la vinculación del movimiento estudiantil al de los trabajadores, querían ampliar el pliego petitorio y así romper el aislamiento que el  gobierno quería cernir sobre ellos. Sin embargo, en este primer momento, la dirección del CNH la tenía el bloque  de centro-derecha, la cual pugnaba porque el conflicto se redujera al respeto de la autonomía reiterando que la lucha era sólo de los estudiantes. A la cabeza de ésta ala se encontraba el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, profesores de varias escuelas de la UNAM y el Poli, y estudiantes que, aunque honestos, por su corta experiencia en la lucha no habían sacado las conclusiones necesarias.

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